La libertad verdadera no tiene nada que ver con el mundo externo.
La libertad verdadera no es política, no es económica; es espiritual. La libertad política puede ser arrebatada en cualquier momento; la libertad económica puede desaparecer como una gota de rocío al sol de madrugada. No están en tus manos. Y lo que no está en tus manos no puede ser llamado libertad verdadera.
La verdadera libertad siempre es espiritual. Tiene que ver con tu ser interior, que no puede ser encadenado, que no puede ser esposado, que no puede ser metido en una cárcel.
Sí, tu cuerpo puede padecer todas estas cosas, pero tu alma es intrínsecamente libre. No tienes que pedirlo y no tienes que luchar por ello. Ya es así, este mismo momento. Si te vuelves hacia tu interior, todas las cadenas, todas las prisiones, todos los tipos de esclavitudes desaparecen... y hay muchas. La libertad sólo es una; las esclavitudes son muchas; igual que la verdad es una, y mentiras puede haber miles.
¿Cuál es exactamente la sustancia más íntima de la libertad? Que eres libre del pasado, que eres libre del futuro. No tienes recuerdos que te atan al pasado, que te arrastran siempres de vuelta al pasado: eso va en contra de la existencia; nada va hacia atrás. Y también eres libre de la imaginación, del deseo, del anhelo: esas cosas te arrastran hacia el futuro.
Ni existe el pasado, ni existe el futuro. Todo lo que hay en tus manos es el presente. Y alguien que vive en el presente, sin cargar con el pasado y el futuro, conoce el gusto de la libertad. No hay cadenas: cadenas de recuerdos, cadenas de deseos. Estas son las cadenas verdaderas que amarran tu alma y nunca te permiten vivir el momento que es tuyo.
OSHO
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