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Porque puede ser el último. Y aunque no lo sea, nunca volverás a disponer de él. Entonces, ¿porqué desperdiciarlo con malos pensamientos? Disfrutemos mientras vivimos. Vivamos mientras disfrutamos
La meditación es realmente muy sencilla. Nosotros la complicamos. Tejemos alrededor de ella una telaraña de ideas –de lo que es y de lo que no es. Por ser tan sencilla es que nos evade, porque nuestras mentes son tan complicadas e insensibles, y están deterioradas por el paso del tiempo.
Pero la meditación surge natural mientras se camina sobre la arena de la playa, o cuando se mira a través de la ventana, o mientras uno ve las colinas quemadas por el sol del reciente verano.
Si caminamos solos en medio de la montaña o en el bosque, en esa soledad sabremos lo que es la meditación. El éxtasis de la soledad surge cuando uno no tiene miedo de estar solo –cuando no se pertenece más a las cosas del mundo o se está apegado a cosa alguna. Entonces, al igual que ese amanecer que surgió esta mañana, el silencio surgirá silenciosamente, y dejará una estela dorada a su paso, la cual existía al principio, existe ahora y existirá siempre.